El sellado de fosas y fisuras es un procedimiento que se realiza con fines preventivos en pacientes, especialmente niños, que presentan un elevado riesgo de caries. Es de aplicación tanto en los dientes temporales como en los primeros molares definitivos.
El
objetivo es evitar la aparición de caries. Las caries de fosas y fisuras
suponen entre el 80-90% de todas las caries que afectan a los dientes
posteriores y el 44% en los dientes anteriores. La utilización de los selladores
dentales en niños ha demostrado una reducción del riesgo de incidencia de
caries del 86% durante el primer año y del 58% a los 4 años.
¿Qué
son realmente?
Los
selladores dentales son delgadas películas plásticas que se colocan sobre las
superficies de masticación de los dientes posteriores. Los selladores son
beneficiosos porque actúan como una
barrera física protectora en las fosas y hendiduras naturales del esmalte, las
cuales están fuera del alcance de las cerdas del cepillo dental,
impidiendo que los microorganismos puedan penetran en los dientes y llegar a
producir caries.
¿En
qué consiste el tratamiento?
La
colocación de selladores dentales es un procedimiento sencillo e indoloro. Se
realiza en 15 minutos y no implica
estrés para el paciente.
En
primer lugar se lleva a cabo una limpieza y se enjuaga la superficie del diente
para eliminar cualquier rastro del agente limpiador y se procede al secado del
diente.
A
continuación, se aplica una solución o gel por toda la superficie del diente,
incluyendo las fosas y fisuras, propiciando que la superficie del diente se
vuelva áspera y facilite la posterior adherencia del sellante. Tras unos
segundos, la solución se enjuaga con agua y se seca la zona.
Finalmente,
se aplica el sellante líquido y se deja endurecer.
¿Es
una solución definitiva?
La
eficacia preventiva del tratamiento dependerá
en gran medida del mantenimiento en buen estado del sellador dental, por lo que
no se trata de una solución definitiva.
Es
necesario un seguimiento periódico del paciente para comprobar el estado de los
selladores y, en caso que sea necesario, habrá que proceder a su renovación. Con
una adecuada higiene bucal, los selladores podrían llegar a tener una duración
entre 5 a 10 años.
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